Tuesday, April 29, 2008

Fundamento 2



Asi como llegar a Japón fue una aventura en sí, mantenerse incólume en el objetivo fue el desafío una vez alla.
Cuando partí con la idea, no tenía seguro que iba hacer en Japón. Sabía que el enfoque principal era practicar Budo en su escencia, pero ¿cual de las tantas vías?. Desde mi primeros pasos en defensa personal Kendo me llamaba la atención. Luego vino el Karate, el cual aún hoy en día mantengo como uno de mis principios metodológicos de práctica, gracias a que mi Sensei O. Rodriguez a través de la escuela IsshinRyu ha hecho un enorme trabajo como profesor, maestro y como uno de los representantes mas ilustres de la tradición de Okinawa; sin embargo el primer contacto con IBU me aclaró que ya era momento de comenzar en Kendo. Entonces es mas válido decir que fue la idea de ir a Japón la que me llevó a Kendo y no al revés, que hubiese sido lo mas obvio.
La búsqueda del camino inmutable se iniciaba entonces en una nueva forma, pero con la misma escencia. Ha de ser por la claridad con que he conservado este concepto, y confirmado a través de la experiencia, lo que me ha permitido mantenerme flexible con respecto a las disciplinas que he practicado y practico; así, en aquel entonces, combinar la práctica de Karate y Kendo fué un beneficio mas que una complicación.
La preparación en este aspecto también fue de vital importancia antes de enfrentar la rigurosa y constante práctica en Japón. Ciertamente es que los ánimos ayudan en un principio a resistir cualquier sobrecarga de entrenamiento, pero en el tiempo el cuerpo tiende a colapsar, ya que no hay motivación que pueda mantener funcionando un cuerpo mal preparado.
Por eso antes de la partida mas que concentrarme en hacer mucho Kendo, me preocupé de fortalecer mi capacidad física. Metido en el gimnasio en las mañanas, luego al trabajo y luego a Kendo o Karate, dependiendo del día y la disposición horaria. Esta explicación que puede parecer vanal para un tema de título "fundamento" tiene una profunda incidencia en la posibilidad de mantener en la práctica el concepto de Fudoshin, ya que una vez en la Universidad, vi como cada uno de mis compañeros cayeron lesionados mediana o gravemente antes de los 3 meses de haber iniciado la práctica soñada por años. Esto sin dudas afectó a la moral de todos ellos, y en realidad solo Daniel V., mi roommate de Escocia, fué el único que se paró en el dojo una vez mas luego de haberse lesionado, e inculsive operado en su estadía en como Bekka Sei (Nombre que se le da al curso y a los estudiantes extranjeros en IBU).
Recuerdo que la primera semana en el dojo tan solo miramos como los Universitarios hacían practica de shiai y Keiko. Creo que esos días sentado horas admirando la forma liviana y grácil con que los estudiantes se la jugaban por ser parte del equipo representativo de la Universidad para la temporada 2004 me hizo comprender mas de Kendo que cualquier otra experencia anterior. Había escuchado el concepto de la armonía en la práctica y como hay que fortalecer el espíritu un montón de veces, sin embargo en Chile he conocido muy poca gente que lleva este concepto a lo que radica la práctica de cualquier Arte Marcial en sí: Ser fuerte.
Con esta visión el primer desafío fue imitar la forma de los japoneses, tratar de hacer lo miso que ellos ejecutan, mirar a los Sensei y entrenar con ellos en cada ocasión posible. Seguí entrenando mis rutinas de gimnasio, que me ayudaron sin dudas a pasar cerca de 2 años sin ninguna lesión considerable, mas algunos entrenamientos extra que teníamos en las mañanas con David y Daniel, supervisados por nuestro gran sempai Manabu, quien con su alegoría nos ayudaba a reforzar la parte básica de los movimientos.
Todo esto iba combinado con la vida en el dormitorio. Las celebraciones no seguían un ritmo mas que la excusa de ir al 7-eleven y comprar aparte del "Cup-ramen" un par de cervezas. Muchos competidores olímpicos de Judo visitaron ese año el dormitorio. Hicimos grandes amigos entre ellos.
Uno de los factores mas trascendentes de esta experiencia es haber compartido con personas de todo el mundo y que, con años mas años menos, habías sido partícipes de una visión común que en definitiva era lo que nos reunía en ese momento en ese lugar. Recordaba entonces cuando sentado en la parcela miraba hacia el cielo con anhelo en los ojos y sentía la soledad de querer algo que parecía tan utópico. Luego conversando con los camaradas en IBU me daba cuenta que en ese minuto no había estado en ese estado de soledad, sino mas bien uniéndome a un deseo y una búsqueda que ocurría en todas las latitudes al mismo momento. Esta sinergía es sin dudas clave a la hora de enfrentar la práctica y asimsmo cuando nos planteamos desafíos de distinto orden.
Entonces esta concepto de Fudoshin mas que una deducción personal pasó a ser un estado universal, una visión compartida que cada cual manifestaba a través de su forma e influenciada por sus propias características culturales. Fué el primer atisbo que me hizo cambiar mi percepción de el real significado de un estado inmutable.

La inmutabilidad la solemos asociar con riguidez, sin embargo 不動心 habla justamente de la flexibilidad. Esta adaptación constante es lo que nos hace inmutables, es decir que, a pesar de cualquier circunstancia externa, factores cambiantes e impredecibles a los cuales estamos expuestos diariamente, el estado de Fudoshin no se ve alterado por su capacidad de constante adaptación.
Kendo es mi camino, y el como llegar a ese estado imperturbable era lo que en definitva iba a aprender en mi peregrinar.

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